MUY IMPORTANTE: El TC establece que no hay plazo para recurrir decisiones desestimatorias adoptadas por silencio Administrativo
El Pleno del Tribunal Constitucional (TC)
ha dictado una sentencia, de fecha 10 de abril de 2014, por la que
establece que cuando la Administración rechaza una petición de un particular
por silencio administrativo, no existe plazo para interponer recurso ante la
jurisdicción contencioso-administrativa.
En una resolución dada a conocer este
viernes, el tribunal de garantías rechaza las dudas de constitucionalidad
planteadas por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha (TSJCM)
respecto del art. 46.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la
jurisdicción contencioso-administrativa, que establece los
plazos para recurrir en vía jurisdiccional las decisiones de la Administración
que se producen por silencio administrativo, fijando un plazo de seis
meses para recurrir las decisiones de la Administración que se producen por
silencio administrativo, es decir, aquellas en las que no hay resolución
expresa. El precepto añade que los seis meses se contarán "para el
solicitante y otros posibles interesados, a partir del día siguiente a aquél en
que, de acuerdo con su normativa específica, se produzca el acto
presunto".
Según el órgano que plantea la cuestión de
inconstitucionalidad, el artículo vulnera el derecho fundamental a la tutela
judicial efectiva sin sufrir indefensión (art. 24.1 CE) en su vertiente de
acceso a la justicia.
Sin embargo, la sentencia del Pleno, que
cuenta con el voto particular discrepante de la ponente, Adela Asua, entiende
que cuando, como en este caso, el silencio administrativo tiene sentido
negativo (es decir, cuando desestima la petición del particular) el recurso no
está sujeto a plazo temporal alguno, por lo que el precepto cuestionado no es
aplicable a esos supuestos.
En consecuencia, desaparece también
cualquier sospecha sobre su constitucionalidad, pues el derecho a la tutela
judicial efectiva no se ve afectado.
La sentencia del TC
El Pleno llega a esta conclusión tras
analizar la evolución de la regulación legal del silencio administrativo desde
la promulgación de la primera ley reguladora del proceso
contencioso-administrativo, en 1958, hasta la última reforma de la ley de
régimen jurídico de las administraciones públicas y del procedimiento
administrativo común, de 1999.
Esta reforma introducida por la Ley 4/1999, de 13 de enero, de modificación de la Ley 30/1992,
"trajo consigo varias modificaciones técnicas relevantes para la ordenación
del silencio administrativo [la más importante de las cuales], vigente en la
actualidad, fue la vuelta a una regulación de los efectos del silencio
administrativo cercana a la vigente con anterioridad a la Ley 30/1992. La Ley
precisa ahora que la estimación por silencio administrativo tiene a todos los
efectos la consideración de acto administrativo finalizador del procedimiento,
y que en cambio la desestimación por silencio administrativo tiene los solos
efectos de permitir a los interesados la interposición del recurso
administrativo o contencioso-administrativo que resulte procedente (art. 42.2
LPC). Con ello se desechó la construcción del "acto presunto de carácter
desestimatorio" entendido hasta entonces por el legislador como un acto
administrativo dotado de un contenido determinado (denegatorio), y se volvió a
la configuración tradicional de los efectos del silencio negativo, como mera
ficción procesal habilitada por el legislador para dejar expedita la vía
impugnatoria procedente. También se precisa ahora que, en los supuestos en los
que se producen los efectos del silencio negativo, la Administración mantiene
la obligación de resolver expresamente, "sin vinculación alguna al sentido
del silencio" [art. 43.3 b) LPC]. La propia expresión "acto
presunto" desapareció de los arts. 43 y 44 LPC."
Es decir, el silencio administrativo
negativo deja de ser considerado un "acto"
con efectos jurídicos para volver a la concepción tradicional según la cual se
trata de "una mera ficción legal que abre la posibilidad de
impugnación". (FD 4)
Hechas las anteriores consideraciones, el TC afirma que, con arreglo a la nueva ordenación del silencio administrativo introducida por la Ley 4/1999, "ya no tienen encaje en el concepto legal de "acto presunto" los supuestos en los que el ordenamiento jurídico determina el efecto desestimatorio de la solicitud formulada". Y, en consecuencia, "la impugnación jurisdiccional de las desestimaciones por silencio no está sujeta al plazo de caducidad previsto en el artículo 46.1 LJCA".
Hechas las anteriores consideraciones, el TC afirma que, con arreglo a la nueva ordenación del silencio administrativo introducida por la Ley 4/1999, "ya no tienen encaje en el concepto legal de "acto presunto" los supuestos en los que el ordenamiento jurídico determina el efecto desestimatorio de la solicitud formulada". Y, en consecuencia, "la impugnación jurisdiccional de las desestimaciones por silencio no está sujeta al plazo de caducidad previsto en el artículo 46.1 LJCA".
Así entendido, afirma la sentencia, "es manifiesto que el inciso legal cuestionado no impide u obstaculiza en forma alguna el acceso a la jurisdicción de los solicitantes o los terceros interesados afectados por una desestimación por silencio. Por todo ello, procede declarar que el inciso legal cuestionado no vulnera el art. 24.1 CE".
Voto particular
En su voto particular discrepante, la magistrada Adela Asua considera, por un lado, que el TC ha realizado una interpretación de la legalidad ordinaria que no le corresponde y que, además, es "asistemática"; y, por otro, que la cuestión de inconstitucionalidad debió estimarse porque el artículo cuestionado "cercena el acceso a la jurisdicción" de los ciudadanos. En su opinión, el problema de constitucionalidad del art. 46.1 LJCA reside en que el legislador establece que el plazo para la interposición de los recursos empieza a correr"inexorablemente" sin tener en cuenta "si los interesados han realizado o no actuaciones que supongan conocimiento de la producción de los efectos del silencio y del sentido, estimatorio o desestimatorio, de tales efectos", cuando es un deber de la Administración informar sobre todos estos extremos.
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