Según una sentencia, asestar más de 20 cuchilladas al marido es una «imprudencia».
Rosa María Turmo ató a su marido a una
cama, le asestó más de veinte cuchilladas y le dejó gravemente herido durante
horas, sin pedir ayuda. El hombre sobrevivió, pero nunca llegó a recuperarse y la gravedad de las lesiones intestinales que sufrió le
provocaron la muerte un año después. En esos doce meses Antonio Ibarz estuvo
más tiempo en el hospital que fuera de él. Tuvo que ser intervenido
quirúrgicamente en varias ocasiones, entró y salió de las unidades de cuidados
intensivos (UCI) varias veces, se le tuvo que reconstruir el intestino e
implantarle un ano artificial. Los hechos se produjeron en Zaidín (Huesca) la
tarde-noche del 3 al 4 de julio de 2012, y murió el 29 de junio del año
siguiente. En su cuerpo se le contaron 16 cuchilladas en los brazos y varias
más en cara, tórax, zona lumbar, escroto y abdomen. Algunas eran superficiales,
pero otras no. Las del abdomen, por ejemplo, llegaron a perforarle los
intestinos.
Los hechos, sin embargo, no
han sido tipificados como asesinato —como, sin embargo, reclamaban tanto la
Fiscalía como la acusación particular, ejercida por los dos hijos del
matrimonio—. El fiscal pidió
inicialmente para la mujer una pena de 20 años de prisión por un delito de asesinato con ensañamiento. La acusación particular, por su parte, solicitó en un
principio que fuera condenada a 37 años y medio de prisión, y luego rebajó la petición a 25 años,
tipificando igualmente los hechos como asesinato. El abogado defensor de la
mujer, sin embargo, pidió la absolución de su cliente. Y, al final, la condena ha
estado más cerca de las pretensiones de la acusada que de las expresadas por
las acusaciones: salda lo ocurrido con una pena deseis años de prisión, porque los hechos
no se han tipificado como asesinato, sino como una «imprudencia grave» con
resultado de muerte. La acusada alegó que no quería matarle y el jurado ha
tenido en cuenta esa apreciación.
Por la muerte, un año
Es lo que el jurado concluyó
y, por tanto, el veredicto al que ha tenido que ajustarse la Audiencia
Provincial de Huesca. La sentencia condena a la mujer a cinco años de prisión
por un «delito de lesiones dolosas que producen inutilidad de miembro
principal», y un año por «homicidio causado por imprudencia grave». Se le
aplica la atenuante de confesión —reconoció los hechos, que eran obvios cuando
llegaron los servicios de emergencia a asistir a la víctima— y las agravantes
de alevosía y parentesco.
Pese a las más de veinte
cuchilladas que le asestó y a que los informes médicos confirmaron que algunas de
ellas condujeron directamente a la muerte a su marido, el jurado ha entendido
que Rosa María Turmo no quería matarle. Además, le reconoce parcialmente la
eximente de alteración psíquica —la mujer padecía un trastorno depresivo de
larga duración por el que se medicaba— e incluso
considera procedente que se solicite el indulto.
Miedo de los hijos
Sus dos hijos, Pedro Pablo y
Juan Carlos, tienen miedo a su madre. Así lo hicieron constar en su escrito de
acusación durante el juicio. De ahí que pidieran que se le obligara a estar
lejos de ellos durante años. Manifestaron que temen que su madre pudiera
causarles daño en el futuro a ellos o a sus familias.
Con la condena que se le ha
impuesto, la mujer no permanecerá en prisión más de cuatro años, como mucho.
Eso en el caso de que cumpliera íntegra la pena, ya que a los seis años que se
le han impuesto hay que restar los dos que ya lleva en la cárcel, en la que
ingresó tras producirse los hechos por los que ha sido juzgada.
La sentencia condena a
Rosa María Turmo a no poder vivir en Zaidín durante 16 años y, en el mismo
tiempo, tampoco podrá acercarse a menos de cien metros de sus hijos ni de sus
familias. A cada uno de sus dos hijos también deberá indemnizarles con 35.000
euros por la muerte de su padre.
Comentarios
Publicar un comentario